y las lámparas lloran
dedos fluorescentes
ay, campanas de cristal
no me nieguen sus ojos
detrás de los bastones perpetuos
me escabullo entre las ramas
y los ululeos de las sirenas abiertas
de mil ambulancias perdidas,
afuera
en el campo abierto
me noto preso
del silencio
angustia vestida de porcelana
tiemblas con tu alma de café
y me miro por dentro
como tratando de adivinar
que sigo dormido
ay, campanas de cristal
por los corredores
no me nieguen el toque de sus dedos
detrás de los bastones corroídos
somos amantes del sueño
y las pupilas de las codornices
nos tocamos las brizas
en medio de los sentidos
nos sorprendemos aullando
en un bostezo
y despertamos
como no queriendo
cápsulas de invierno
sobre las calles y avenidas
que nos impiden continuar
con los pies secos
y las mejillas
y el pecho
y el alma
todo en la misma sopa
ay, campanas de cristal
por las lagunas hediondas
a calle muerta
no me nieguen los colores
detrás de los bastones silentes.
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