que me toca el pecho con su dedo afilado
la sensación de ser visto
sabiendo
que cuando el reflejo me haga voltear
no habrá nada
estos instantes
en que Dios se aleja callando
y me arrepiento tanto
de quedarme
la quietud de la tarde
parece imposible de romperse
sin importar
la cantidad de lágrimas
o
la intensidad de los gritos
no quiero mudarme
al patio cerca del río
no quiero quedarme tampoco
acá
entre la carretera y el cementerio
ojalá vinieras
espanto mudo
a regalarme una vela
a veces parezco entender este frío
que anuncia poco a poco
mi partida.
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